viernes, 7 de junio de 2019

BALON

La medida de la circunferencia del balón oficial de Voleibol debe ser de entre 65 y 67 centímetros y ademas cumplir con estos requerimientos:
  • Ser esférica y flexible
  • Pesar entre 260 y 280 gramos
  • Poseer una presión al estar inflada de 0,300 y 0,325 kg/cm²
El material que se utiliza es variado, aunque las mejores pelotas suelen ser de cuero.

REGLAS DE VOLLEYBALL

1ª: Se consigue punto cuando el equipo enemigo no controla bien el balón o comete una falta.
2ª: Los jugadores de un equipo deven evitar que el balón toque el suelo dentro de su campo, ya que sino sera punto para el equipo contrario.
3ª: Si el balón acaba fuera del campo de juego, por un fallo al atacar o por una mala defensa, se considerara falta al equipo que tocase de ultimo el balón, y se le anotara un punto al equipo contrario.
4ª: Se considera fuera cuando el balon toca el techo, publico o a los árbitros. Tambien es fuera cuando el balón toca la red o los postes.
5ª: Es punto para el equipo contrario si un equipo da tres toques seguidos sin haber pasado el balón al campo contrario o si un jugador toca el balón dos veces consecutivas sin haber pasado el balón.
6ª: Cuando un equipo va a sacar, y los jugadores de ese equipo estan mal situados se considera falta de rotación.
7ª: Si un jugador retiene el balón se considera dobles.
8ª: Cuando se va a sacar ningun jugador puede tocar la red.
9ª: Los jugadore no se pueden meter en el campo del equipo contrario.
10ª: Los equipos de voleibol pueden estar constituidos de 12 jugadores como máximo.
11ª: Si se hace un saque que no esta dirigido al campo del equipo enemigo se considera falta.
12ª: De los 12 jugadores máximos de un equipo de voleibol, en el campo solo juegan.
13ª: Cuando un equipo saca, el equipo contrario no puede bloquear el saque.
14ª: No se puede retener el balón a la hor1ª: Se consigue punto cuando el equipo enemigo no controla bien el balón o comete una falta.

POSICIÓN Y DESPLAZAMIENTO

a ejecución de cualquiera de los fundamentos técnicos en el juego del voleibol exige una posición adecuada y de un desplazamiento que asegure el éxito de la acción. 

La enseñanza del voleibol debe comenzar por el aprendizaje de los desplazamientos y de las posturas principales de las acciones propias del juego. 

El descuido de esta faceta en la actividad del voleibolista puede conllevar a faltas innecesarias, torpeza en los movimientos de los jugadores que obstruccionan su motricidad especifica y en muchos casos se convierten en causas principales en la pérdida de un tanto 

Ambos aspectos (desplazamiento y la posición) en la mayoría de los casos forman la fase preparatoria de los diferentes fundamentos técnicos del juego. La realización tanto de una como de otra depende del carácter del fundamento y de la situación de juego que exista. 

Los aspectos generales a tener en cuenta en la posición y desplazamiento de los jugadores son: 


  • La cabeza y la mirada al frente
  • Tronco ligeramente inclinado hacia atrás
  • Piernas semiflexionadas
  • Los pies uno más adelante que otro
  • Puntas de los pies dirigidas al frente
  • Los brazos ligeramente flexionados al frente o a los lados del cuerpo

Según algunos autores y es también nuestro criterio, en el voleibol existen tres posiciones básicas: la alta, la posición media y la baja, siendo las dos últimas las más características del juego. Esto quiere decir, que la posición común del jugador durante todo el juego es la media. En esta forma se desplazará o estará en la fase de espera del balón ya sea para defender o para rematar. 

La posición alta se adopta por lo general en momentos relativamente de poca concentración o sea en momentos en los cuales no obligatoriamente se está en la espera directa del balón. 

Un ejemplo de ellos es el momento en el cual el rematador se desplaza desde adentro del terreno(ejemplo: zona IV) hacia fuera, buscando su impulso diagonal para un presunto paso del cuál será objeto. La posición media es la más utilizada y se manifiesta tanto en la espera de un balón como del momento del contacto con el mismo (ejemplo): defensa del saque, pase , etc. La posición profunda se emplea principalmente o bien para hacer contacto directo con el balón o para desde esa postura desplazarse de forma explosiva en busca del balón (ejemplo: defensa del campo). 

Los desplazamientos pueden ser cortos (hasta dos metros) y largos (más de dos metros). Los primeros son de los más característicos en el juego y se realizan principalmente en forma de paso o de saltos mientras que los segundos (largos) intervienen en gran medida la sucesión de pasos, las carreras y la combinación de todas las formas mencionadas. 

Para lograr resultados satisfactorios en los desplazamientos, es necesario desarrollar las capacidades físicas especiales. Fundamentalmente se refiere a la rapidez de reacción. La rapidez de movimientos está constituida por los siguientes aspectos: 

APRENDIENDO A RECEPCIONAR

El jugador se coloca en el terreno mirando hacia el campo contrario. Pies en forma de paso, reposando el peso del cuerpo fundamentalmente sobre la punta de los pies, levantando muy pequeña cosa los talones. Las piernas están con una flexión media. El tronco algo inclinado al frente. Los brazos van semiextendidos y relajados al frente, separados completamente del tronco. Las manos van entrelazadas y flexionadas hacia abajo. El jugador debe ejecutar pequeños movimientos con las piernas en el lugar para propiciar un rompimiento más rápido y fácil del momento de inercia. 

En esa postura se espera al balón, cuyo contacto con el mismo comienza con una extensión progresiva de las piernas, haciéndose contacto con el balón con los brazos extendidos, en ese momento se realiza un movimiento de los hombros hacia delante y arriba para de esta forma regular la fuerza del impacto y dirección en la acción 

Cuando se haya terminado el contacto con el balón, el peso del cuerpo reposa sobre la punta de los pies. El cuerpo se regresa a su estado inicial realizando los movimientos pertinentes para la ejecución de la acción posterior. 

Aspectos Fundamentales en la Técnica de Recepción o Antebrazos
 
  • Mientras más cerca se encuentre el jugador de la red, más pasivo (relativo) será al trabajo de los brazos.
  • Debe procurarse una superficie plana y tensa de los brazos al contacto con el balón.
  • La colocación del jugador antes del contacto será debajo del balón y en dirección al lugar donde se pretenda enviar al mismo.
  • Cuando se recibe en zona uno se adelanta la pierna derecha y por la zona cinco la izquierda.
  • No deben bajar los brazos en la espera del balón.
  • Durante el contacto con el balón, las piernas realizarán un trabajo más activo y los brazos relativamente pasivo, mientras más cerca se encuentre el jugador de la malla.

LA FORMACIÓN DEL ARMADOR

Muchas de las personas que buscan respuesta a esta cuestión quieren una solución para convertir, en el menor tiempo posible, a un jugador joven y sin experiencia, en un verdadero “colocador”. Sin embargo, ¿qué significa esto? ¿existe verdaderamente una fórmula mágica que pueda convertir a cualquier jugador en colocador o existe cierta predisposición en algunos jugadores para tener más éxito en este rol fundamental en el voleibol?
Analizando los muchos años de trabajo con diferentes entrenadores, con innumerables ejercicios e infinitas repeticiones del mismo gesto, nos damos cuenta de que ninguno de ellos es perfecto. No hay un manual o una rutina que pueda transformar a un jugador determinado en el colocador y hemos visto muchos casos a lo largo de este tiempo de entrenadores que han fracasado en su intento de formar al colocador ideal. La pregunta es ¿cuál es el problema?
El puesto de colocador es quizás el que más quebraderos de cabeza puede generar al entrenador que, con jugadores de edades tempranas, analizará su grupo en busca del deportista adecuado para ocupar ese puesto de una manera satisfactoria. Sin embargo, ¿qué es lo que debemos buscar?
Algunos entrenadores se centran en formar un jugador alto, fuerte en bloqueo o con gran potencial ofensivo, al que todo el mundo prestará atención intentando evitar sus fintas. Este tipo de entrenador piensa directamente en el alto rendimiento, buscando alguien de futuro que pueda adaptarse a las exigencias del máximo nivel y cree firmemente que se puede formar un jugador para este puesto desde la nada, siempre y cuando sus condiciones físicas sean adecuadas.DSC_0036
Otros casos, bastante habituales, son aquellos que otorgan más importancia al ataque y utilizan a los jugadores con menos capacidades para ello (normalmente por su limitación de altura) como colocadores o líberos, de manera que los que mejor toque de dedos tengan, serán colocadores, y los otros, líberos. Estos entrenadores buscan un “levanta balones” y no un verdadero director de juego. De esta manera, se matan dos pájaros de un tiro: se consigue un colocador y se da salida a los jugadores con menos potencial ofensivo.
También nos encontramos con entrenadores que buscan para el puesto un jugador listo, con aptitudes para el liderazgo, pero que no destaca en otra posición de manera especial. Este caso que, a priori, podría tener posibilidades, en muchas ocasiones no se trabaja de manera adecuada, lo que puede llegar a generar una falta de interés en el jugador, al ocupar una posición que puede que no sea excesivamente motivante si no le damos la importancia que merece, por lo que acabará estancándose o incluso abandonando.
Estos son algunos ejemplos de casos que se dan. Puede que parezcamos drásticos en estas descripciones, pero a veces es lo que realmente pasa y, sin embargo, en muchos de ellos no se nos ocurre plantear al jugador o jugadora de turno una pregunta esencial: ¿Te gustaría ser el colocador?
Imponer un puesto como este a un deportista puede ser un problema. Si pretendemos formar un jugador con continuidad (y con esto no sólo nos referimos a llegar al alto nivel) es importante conseguir que éste acepte el rol que le corresponde. En un caso como el colocador, cuya complejidad y responsabilidad en el campo es fundamental, es necesario que nuestro jugador tenga una formación continuada para su correcto desarrollo. En categorías inferiores, les guste o no a los entrenadores, es difícil que un joven tome la decisión de entrenar en esta posición. Necesitará una especialización temprana y diferenciada y será el único que no ataque, en una época donde lo que les llamará la atención del deporte será precisamente el remate.
Si impongo a un jugador el puesto de colocador, sin que comprenda y acepte la responsabilidad que implica y las dificultades que puede ocasionar, es probable que perdamos a este deportista, por mucho potencial que tenga. Por esta razón, nosotros le damos mucha importancia, a la hora de escoger, al hecho de que el jugador muestre una cierta predisposición a jugar en este puesto, especialmente cuanto más joven sea.
Hay una frase muy conocida que dice “si el partido se gana, es gracias al rematador, y si el partido se pierde, es por culpa del colocador”. Esta afirmación resulta bastante dura, pero refleja bastante bien la problemática de esta posición. El colocador tiene la responsabilidad de distribuir el juego con precisión y tomando las decisiones adecuadas, pero no finaliza los puntos. Es el rematador el que anota tras cada acción y el que “gana el partido”. Sin embargo, es muy frecuente que, ante un error del atacante, éste achaque la culpa de la misma a una mala colocación o una mala elección de distribución del juego del colocador. En este sentido, la presión es muy elevada, pues todos los balones pasarán por sus manos durante el partido.12001772_10207833808906837_1996290854_o
Por esta razón, un elemento que creemos fundamental en la formación de los jugadores es “la educación de nuestros atacantes“.  Su trabajo debe ser corregir aquellos armados menos precisos. No existe la “mala colocación”. El trabajo del rematador es solucionar el problema de la mejor manera posible y trabajar “con” su compañero para mejorar en el futuro. Debemos corregir la actitud del atacante que cree que sus fallos sólo se deben a un error previo y nunca propio. Es parte esencial para formar un colocador seguro y fiable y, a la vez, no formar rematadores que “abusen” del mismo. Por lo tanto, hablar de la formación del colocador también conlleva la formación del resto del equipo.
Ya hemos hablado de varios aspectos fundamentales dentro de lo que es la formación del colocador: la elección del mismo y la educación del equipo. Sin embargo, aún no hemos entrado en aspectos técnicos concretos: no hemos hablado del toque de dedos. Existen infinitos ejercicios para mejorar esta técnica, sin embargo, todo queremos la respuesta que responda a cómo aprendieron a tocar de dedos los mejores colocadores del mundo. Seguro que ellos han tenido que contestar a esa pregunta muchas veces, pero la respuesta no es tan sencilla. Algunos de ellos han conseguido una técnica depurada y una gran precisión a base de muchas horas de trabajo y repetición, pero también nos encontramos con algunos casos entre los mejores que, con una técnica no tan “de manual”, son capaces de dominar el balón de manera sorprendente.
Otro aspecto fundamental del colocador, que diferencia a los mejores jugadores del mundo, es la visión y dirección del juego. Quizás se trate de un aspecto más táctico y que no se puede trabajar con los jugadores más jóvenes, sin embargo, al igual que ocurre con el toque de dedos, también nos podemos encontrar con algún deportista con una visión de juego innata, claramente superior a los demás. Por supuesto que existen ejercicios con los que podemos entrenar y mejorar este aspecto, pero algunos casos requerirán mucho más tiempo y dedicación que otros en los que esa capacidad está desarrollada de forma natural.
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Foto: Diego Rodríguez
Evidentemente si tenemos la suerte de encontrar un jugador con un gran toque de dedos, la capacidad de dirigir al equipo y la visión de juego, sumado a las condiciones físicas adecuadas, habremos encontrado el deportista ideal, con el potencial de llegar a lo más alto pero ¿qué posibilidades reales tenemos de que esto ocurra? Seguramente menos que de que nos toque la lotería. Por lo tanto, ¿qué pasa si nuestro colocador no tiene esos “dones”? Evidentemente estamos hablando de casos muy excepcionales que, en muy raras ocasiones nos vamos a encontrar (quizás nunca). Por esta razón, debemos trabajar de forma realista. No podemos comparar a todos nuestros jugadores con “el mejor del mundo”. Cada jugador es un caso diferente, no debemos tratar de convertirlo en un modelo determinado. Debemos conocerlo y responder a sus necesidades para intentar hacer de él o ella el mejor posible. Aquí es donde verdaderamente entra el trabajo del entrenador: saber encontrar las carencias y ofrecer soluciones para las mismas. No reproduciendo un modelo de trabajo, sino creando una rutina propia que se ajuste a nuestro caso.
Muchas de las personas que buscan respuesta a esta cuestión quieren una solución para convertir, en el menor tiempo posible, a un jugador joven y sin experiencia, en un verdadero “colocador”. Sin embargo, ¿qué significa esto? ¿existe verdaderamente una fórmula mágica que pueda convertir a cualquier jugador en colocador o existe cierta predisposición en algunos jugadores para tener más éxito en este rol fundamental en el voleibol?
Analizando los muchos años de trabajo con diferentes entrenadores, con innumerables ejercicios e infinitas repeticiones del mismo gesto, nos damos cuenta de que ninguno de ellos es perfecto. No hay un manual o una rutina que pueda transformar a un jugador determinado en el colocador y hemos visto muchos casos a lo largo de este tiempo de entrenadores que han fracasado en su intento de formar al colocador ideal. La pregunta es ¿cuál es el problema?
El puesto de colocador es quizás el que más quebraderos de cabeza puede generar al entrenador que, con jugadores de edades tempranas, analizará su grupo en busca del deportista adecuado para ocupar ese puesto de una manera satisfactoria. Sin embargo, ¿qué es lo que debemos buscar?
Algunos entrenadores se centran en formar un jugador alto, fuerte en bloqueo o con gran potencial ofensivo, al que todo el mundo prestará atención intentando evitar sus fintas. Este tipo de entrenador piensa directamente en el alto rendimiento, buscando alguien de futuro que pueda adaptarse a las exigencias del máximo nivel y cree firmemente que se puede formar un jugador para este puesto desde la nada, siempre y cuando sus condiciones físicas sean adecuadas.DSC_0036
Otros casos, bastante habituales, son aquellos que otorgan más importancia al ataque y utilizan a los jugadores con menos capacidades para ello (normalmente por su limitación de altura) como colocadores o líberos, de manera que los que mejor toque de dedos tengan, serán colocadores, y los otros, líberos. Estos entrenadores buscan un “levanta balones” y no un verdadero director de juego. De esta manera, se matan dos pájaros de un tiro: se consigue un colocador y se da salida a los jugadores con menos potencial ofensivo.
También nos encontramos con entrenadores que buscan para el puesto un jugador listo, con aptitudes para el liderazgo, pero que no destaca en otra posición de manera especial. Este caso que, a priori, podría tener posibilidades, en muchas ocasiones no se trabaja de manera adecuada, lo que puede llegar a generar una falta de interés en el jugador, al ocupar una posición que puede que no sea excesivamente motivante si no le damos la importancia que merece, por lo que acabará estancándose o incluso abandonando.
Estos son algunos ejemplos de casos que se dan. Puede que parezcamos drásticos en estas descripciones, pero a veces es lo que realmente pasa y, sin embargo, en muchos de ellos no se nos ocurre plantear al jugador o jugadora de turno una pregunta esencial: ¿Te gustaría ser el colocador?
Imponer un puesto como este a un deportista puede ser un problema. Si pretendemos formar un jugador con continuidad (y con esto no sólo nos referimos a llegar al alto nivel) es importante conseguir que éste acepte el rol que le corresponde. En un caso como el colocador, cuya complejidad y responsabilidad en el campo es fundamental, es necesario que nuestro jugador tenga una formación continuada para su correcto desarrollo. En categorías inferiores, les guste o no a los entrenadores, es difícil que un joven tome la decisión de entrenar en esta posición. Necesitará una especialización temprana y diferenciada y será el único que no ataque, en una época donde lo que les llamará la atención del deporte será precisamente el remate.
Si impongo a un jugador el puesto de colocador, sin que comprenda y acepte la responsabilidad que implica y las dificultades que puede ocasionar, es probable que perdamos a este deportista, por mucho potencial que tenga. Por esta razón, nosotros le damos mucha importancia, a la hora de escoger, al hecho de que el jugador muestre una cierta predisposición a jugar en este puesto, especialmente cuanto más joven sea.
Hay una frase muy conocida que dice “si el partido se gana, es gracias al rematador, y si el partido se pierde, es por culpa del colocador”. Esta afirmación resulta bastante dura, pero refleja bastante bien la problemática de esta posición. El colocador tiene la responsabilidad de distribuir el juego con precisión y tomando las decisiones adecuadas, pero no finaliza los puntos. Es el rematador el que anota tras cada acción y el que “gana el partido”. Sin embargo, es muy frecuente que, ante un error del atacante, éste achaque la culpa de la misma a una mala colocación o una mala elección de distribución del juego del colocador. En este sentido, la presión es muy elevada, pues todos los balones pasarán por sus manos durante el partido.12001772_10207833808906837_1996290854_o
Por esta razón, un elemento que creemos fundamental en la formación de los jugadores es “la educación de nuestros atacantes“.  Su trabajo debe ser corregir aquellos armados menos precisos. No existe la “mala colocación”. El trabajo del rematador es solucionar el problema de la mejor manera posible y trabajar “con” su compañero para mejorar en el futuro. Debemos corregir la actitud del atacante que cree que sus fallos sólo se deben a un error previo y nunca propio. Es parte esencial para formar un colocador seguro y fiable y, a la vez, no formar rematadores que “abusen” del mismo. Por lo tanto, hablar de la formación del colocador también conlleva la formación del resto del equipo.
Ya hemos hablado de varios aspectos fundamentales dentro de lo que es la formación del colocador: la elección del mismo y la educación del equipo. Sin embargo, aún no hemos entrado en aspectos técnicos concretos: no hemos hablado del toque de dedos. Existen infinitos ejercicios para mejorar esta técnica, sin embargo, todo queremos la respuesta que responda a cómo aprendieron a tocar de dedos los mejores colocadores del mundo. Seguro que ellos han tenido que contestar a esa pregunta muchas veces, pero la respuesta no es tan sencilla. Algunos de ellos han conseguido una técnica depurada y una gran precisión a base de muchas horas de trabajo y repetición, pero también nos encontramos con algunos casos entre los mejores que, con una técnica no tan “de manual”, son capaces de dominar el balón de manera sorprendente.
Otro aspecto fundamental del colocador, que diferencia a los mejores jugadores del mundo, es la visión y dirección del juego. Quizás se trate de un aspecto más táctico y que no se puede trabajar con los jugadores más jóvenes, sin embargo, al igual que ocurre con el toque de dedos, también nos podemos encontrar con algún deportista con una visión de juego innata, claramente superior a los demás. Por supuesto que existen ejercicios con los que podemos entrenar y mejorar este aspecto, pero algunos casos requerirán mucho más tiempo y dedicación que otros en los que esa capacidad está desarrollada de forma natural.
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Foto: Diego Rodríguez
Evidentemente si tenemos la suerte de encontrar un jugador con un gran toque de dedos, la capacidad de dirigir al equipo y la visión de juego, sumado a las condiciones físicas adecuadas, habremos encontrado el deportista ideal, con el potencial de llegar a lo más alto pero ¿qué posibilidades reales tenemos de que esto ocurra? Seguramente menos que de que nos toque la lotería. Por lo tanto, ¿qué pasa si nuestro colocador no tiene esos “dones”? Evidentemente estamos hablando de casos muy excepcionales que, en muy raras ocasiones nos vamos a encontrar (quizás nunca). Por esta razón, debemos trabajar de forma realista. No podemos comparar a todos nuestros jugadores con “el mejor del mundo”. Cada jugador es un caso diferente, no debemos tratar de convertirlo en un modelo determinado. Debemos conocerlo y responder a sus necesidades para intentar hacer de él o ella el mejor posible. Aquí es donde verdaderamente entra el trabajo del entrenador: saber encontrar las carencias y ofrecer soluciones para las mismas. No reproduciendo un modelo de trabajo, sino creando una rutina propia que se ajuste a nuestro caso.
Muchas de las personas que buscan respuesta a esta cuestión quieren una solución para convertir, en el menor tiempo posible, a un jugador joven y sin experiencia, en un verdadero “colocador”. Sin embargo, ¿qué significa esto? ¿existe verdaderamente una fórmula mágica que pueda convertir a cualquier jugador en colocador o existe cierta predisposición en algunos jugadores para tener más éxito en este rol fundamental en el voleibol?
Analizando los muchos años de trabajo con diferentes entrenadores, con innumerables ejercicios e infinitas repeticiones del mismo gesto, nos damos cuenta de que ninguno de ellos es perfecto. No hay un manual o una rutina que pueda transformar a un jugador determinado en el colocador y hemos visto muchos casos a lo largo de este tiempo de entrenadores que han fracasado en su intento de formar al colocador ideal. La pregunta es ¿cuál es el problema?
El puesto de colocador es quizás el que más quebraderos de cabeza puede generar al entrenador que, con jugadores de edades tempranas, analizará su grupo en busca del deportista adecuado para ocupar ese puesto de una manera satisfactoria. Sin embargo, ¿qué es lo que debemos buscar?
Algunos entrenadores se centran en formar un jugador alto, fuerte en bloqueo o con gran potencial ofensivo, al que todo el mundo prestará atención intentando evitar sus fintas. Este tipo de entrenador piensa directamente en el alto rendimiento, buscando alguien de futuro que pueda adaptarse a las exigencias del máximo nivel y cree firmemente que se puede formar un jugador para este puesto desde la nada, siempre y cuando sus condiciones físicas sean adecuadas.DSC_0036
Otros casos, bastante habituales, son aquellos que otorgan más importancia al ataque y utilizan a los jugadores con menos capacidades para ello (normalmente por su limitación de altura) como colocadores o líberos, de manera que los que mejor toque de dedos tengan, serán colocadores, y los otros, líberos. Estos entrenadores buscan un “levanta balones” y no un verdadero director de juego. De esta manera, se matan dos pájaros de un tiro: se consigue un colocador y se da salida a los jugadores con menos potencial ofensivo.
También nos encontramos con entrenadores que buscan para el puesto un jugador listo, con aptitudes para el liderazgo, pero que no destaca en otra posición de manera especial. Este caso que, a priori, podría tener posibilidades, en muchas ocasiones no se trabaja de manera adecuada, lo que puede llegar a generar una falta de interés en el jugador, al ocupar una posición que puede que no sea excesivamente motivante si no le damos la importancia que merece, por lo que acabará estancándose o incluso abandonando.
Estos son algunos ejemplos de casos que se dan. Puede que parezcamos drásticos en estas descripciones, pero a veces es lo que realmente pasa y, sin embargo, en muchos de ellos no se nos ocurre plantear al jugador o jugadora de turno una pregunta esencial: ¿Te gustaría ser el colocador?
Imponer un puesto como este a un deportista puede ser un problema. Si pretendemos formar un jugador con continuidad (y con esto no sólo nos referimos a llegar al alto nivel) es importante conseguir que éste acepte el rol que le corresponde. En un caso como el colocador, cuya complejidad y responsabilidad en el campo es fundamental, es necesario que nuestro jugador tenga una formación continuada para su correcto desarrollo. En categorías inferiores, les guste o no a los entrenadores, es difícil que un joven tome la decisión de entrenar en esta posición. Necesitará una especialización temprana y diferenciada y será el único que no ataque, en una época donde lo que les llamará la atención del deporte será precisamente el remate.
Si impongo a un jugador el puesto de colocador, sin que comprenda y acepte la responsabilidad que implica y las dificultades que puede ocasionar, es probable que perdamos a este deportista, por mucho potencial que tenga. Por esta razón, nosotros le damos mucha importancia, a la hora de escoger, al hecho de que el jugador muestre una cierta predisposición a jugar en este puesto, especialmente cuanto más joven sea.
Hay una frase muy conocida que dice “si el partido se gana, es gracias al rematador, y si el partido se pierde, es por culpa del colocador”. Esta afirmación resulta bastante dura, pero refleja bastante bien la problemática de esta posición. El colocador tiene la responsabilidad de distribuir el juego con precisión y tomando las decisiones adecuadas, pero no finaliza los puntos. Es el rematador el que anota tras cada acción y el que “gana el partido”. Sin embargo, es muy frecuente que, ante un error del atacante, éste achaque la culpa de la misma a una mala colocación o una mala elección de distribución del juego del colocador. En este sentido, la presión es muy elevada, pues todos los balones pasarán por sus manos durante el partido.12001772_10207833808906837_1996290854_o
Por esta razón, un elemento que creemos fundamental en la formación de los jugadores es “la educación de nuestros atacantes“.  Su trabajo debe ser corregir aquellos armados menos precisos. No existe la “mala colocación”. El trabajo del rematador es solucionar el problema de la mejor manera posible y trabajar “con” su compañero para mejorar en el futuro. Debemos corregir la actitud del atacante que cree que sus fallos sólo se deben a un error previo y nunca propio. Es parte esencial para formar un colocador seguro y fiable y, a la vez, no formar rematadores que “abusen” del mismo. Por lo tanto, hablar de la formación del colocador también conlleva la formación del resto del equipo.
Ya hemos hablado de varios aspectos fundamentales dentro de lo que es la formación del colocador: la elección del mismo y la educación del equipo. Sin embargo, aún no hemos entrado en aspectos técnicos concretos: no hemos hablado del toque de dedos. Existen infinitos ejercicios para mejorar esta técnica, sin embargo, todo queremos la respuesta que responda a cómo aprendieron a tocar de dedos los mejores colocadores del mundo. Seguro que ellos han tenido que contestar a esa pregunta muchas veces, pero la respuesta no es tan sencilla. Algunos de ellos han conseguido una técnica depurada y una gran precisión a base de muchas horas de trabajo y repetición, pero también nos encontramos con algunos casos entre los mejores que, con una técnica no tan “de manual”, son capaces de dominar el balón de manera sorprendente.
Otro aspecto fundamental del colocador, que diferencia a los mejores jugadores del mundo, es la visión y dirección del juego. Quizás se trate de un aspecto más táctico y que no se puede trabajar con los jugadores más jóvenes, sin embargo, al igual que ocurre con el toque de dedos, también nos podemos encontrar con algún deportista con una visión de juego innata, claramente superior a los demás. Por supuesto que existen ejercicios con los que podemos entrenar y mejorar este aspecto, pero algunos casos requerirán mucho más tiempo y dedicación que otros en los que esa capacidad está desarrollada de forma natural.
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Foto: Diego Rodríguez
Evidentemente si tenemos la suerte de encontrar un jugador con un gran toque de dedos, la capacidad de dirigir al equipo y la visión de juego, sumado a las condiciones físicas adecuadas, habremos encontrado el deportista ideal, con el potencial de llegar a lo más alto pero ¿qué posibilidades reales tenemos de que esto ocurra? Seguramente menos que de que nos toque la lotería. Por lo tanto, ¿qué pasa si nuestro colocador no tiene esos “dones”? Evidentemente estamos hablando de casos muy excepcionales que, en muy raras ocasiones nos vamos a encontrar (quizás nunca). Por esta razón, debemos trabajar de forma realista. No podemos comparar a todos nuestros jugadores con “el mejor del mundo”. Cada jugador es un caso diferente, no debemos tratar de convertirlo en un modelo determinado. Debemos conocerlo y responder a sus necesidades para intentar hacer de él o ella el mejor posible. Aquí es donde verdaderamente entra el trabajo del entrenador: saber encontrar las carencias y ofrecer soluciones para las mismas. No reproduciendo un modelo de trabajo, sino creando una rutina propia que se ajuste a nuestro caso.

ESTRATEGIAS EN EL VOLEYBALL

l jugador decide cuanto riesgo tomar para ser agresivos en las siguientes circunstancias:
- Cuando en el set este en la mitad del partido.
- Cuando están muy atrás en el tanteador.
- Cuando los puntos nunca son hechos en una rotación de saque en particular.
- Cuando uno de los jugadores mas hábiles este atrás evitando su rotación. Un saque seguro es más estratégico en las siguientes instancias:
- En el primer saque luego de ganarlo en el sorteo.
  • Luego de un tiempo de descanso.
  • Luego de sacar varias veces consecutivas.
  • Luego de un largo peloteo.
  • Cuando tenemos buenos delanteros en la red.
  • Sacarle al jugador con menos habilidad de la recepción.
  • Sacarle al jugador que penetra.
  • Sacarle al primer atacante.
  • Sacarle al jugador que se encuentre a la línea del colocador.
  • Luego de que el jugador de la rotación anterior erró su saque.
  • Cuando el tanteado este a favor.
Un saque podemos variar su golpe cuando.
  • Lo responden y no tiene dificultad en el rival.
  • Cuando el libero siempre esta dispuesto.
Sacar con diferentes golpes

LENGUAJE DE ARMADORES

Señas a los puntas receptores
  • Armado alto a la punta. Seña: Cuatro dedos
  • Armado rápido a la punta. Seña: Mano en forma de pistola
  • Armado a la punta más rápido que la pelota alta. Seña: Abriendo y cerrando la mano
  • Armado rápido a la punta, 1 metro antes de la varilla. Seña: pulgar y meñique hacia arriba
Señas a los centrales
  • Armado rápido sobre la cabeza del armador (pelota positiva). Seña: Dedo indice hacia arriba
  • Armado rápido a 2 metros del armador (pelota V) Seña: Mano en forma de pistola
  • Armado rápido corrida del armador (Hatu). Igual que la anterior, sólo que más cerca del centro de la cancha. Seña: Pulgar arriba
  • Armado rápido detrás del armador (Hanati). Seña: Dedo meñique apuntado hacia abajo
  • Armado rápido cerca de la varilla detrás del armador (Hanati volada). Esta pelota es frecuentemente vista en el vóley femenino. Seña: Dedo meñique en forma de C
Señas a opuesto y/o zagueros
  • Pelota “Pipe”, cuando el zaguero ataca una pelota rápida por posición 6. Seña: puño cerrado
  • Armado de espaldas al opuesto. Seña: índice horizontal para posición 1.
  • Armado alto de espaldas entre el armador y el opuesto. Señal: Dedo anular y meñique apuntando hacia abajo.
  • Armado vertical rápido detrás del armador. Señal: Dedo meñique apuntando hacia abajo
Combinaciones 
Se trata de jugadas donde un jugador aparece junto a otro cuando atacan. Un ejemplo de combinación es cuando un central se aproxima a atacar y justo por detrás aparece el punta que es quien finalmente golpea la pelota. Las combinaciones suelen confundir a los oponentes porque es difícil quedarse con ambos atacantes, forzando a los bloqueadores a tomar la decisión de con cuál de los dos quedarse. El central ataca una pelota de 1er tiempo y el otro jugador ataca una pelota de 2do tiempo.
  • Doble V o W
    Una doble V o W es cuando dos atacantes se acercan a atacar. El central se acerca a atacar una V y el punta u opuesto justo por detrás. Seña: “tres dedos” hacia abajo formando la W
  • V con C
    Una V con C es cuando dos atacantes se acercan a atacar. El central se acerca a atacar una V y el punta ataca entre el central y el armador. Seña: “pulgar e índice formando una C”
  • Cruce
    Un cruce es cuando los atacantes se acercan para golpear la pelota cruzando la carrera del otro. Seña: Una X con los dedos
  • Detenida
    Una detenida es cuando el central amaga a saltar al primer tiempo cerca del armador y posteriormente salta a atacar metro al medio. Seña: Movimiento de mano con el puño cerrado
  • http://www.somosvoley.com/notas/el-lenguaje-de-los-armadores-guia-de-senas-y-significados/

APRENDIENDO DE SAQUES

  1. 1. Servicio o Saque en elVoleibol Es la primera acción del juego. Su objetivo es debilitar la defensa del equipo contrario.
  2. 2. Servicio o Saque en elVoleibol El saque se ha convertido en un elemento de ataque de gran importancia dentro del juego. Con la potencia que se le imprime al saque, se da la posibilidad de obtener puntos directos.
  3. 3. Tipos de Saque o Servicio
  4. 4. Saque por DebajoDe frente Lateral Los pies de forma de paso al  Se coloca de forma lateral a la ancho de los hombros. malla y de frente a la línea lateral El tronco algo inclinado al frente. del terreno. El balón es sostenido con la mano  Los pies en forma de paso, al izquierda delante del jugador. ancho de los hombros. Seguidamente el brazo derecho  El tronco algo inclinado al frente se desplaza en forma de péndulo con una pequeña torsión hacia el golpeando el balón. brazo que golpeo.
  5. 5. Saque por Arriba o Chino El jugador se coloca de frente a la red. Pies en forma de paso aproximadamente al ancho de los hombros. Se efectúa lanzado el balón y golpeándolo por encima de la cabeza con una mano y con la palma.
  6. 6. Tipos de Saque por Arriba
  7. 7. Tipos de saque en Juego(video)
  8. 8. Saque o servicioErrores mas comunes:Ubicarse con los pies a la misma altura.Tener una posición inicial muy alta.Lanzar mal el balón.Mover el brazo muy lento hacia el balón.No avanzar con el golpe.Rotación de los hombros al momento del golpeodel balón.No entrar a la cancha después del saque.
  9. https://es.slideshare.net/swoosh2113/servicio-o-saque-en-el-voleibol-15339885

APRENDIENDO A BLOQUEAR

El bloqueo es la acción de interceptar el paso del balón a la cancha apropiada formando una barrera con las manos sobre la malla. El bloqueo es simple cuando es realizado por un solo jugador, bien sea en la zona .
Bloqueo segundo Se efectúa sobre los extremos, zonas 2 y 4, y el bloqueador central se une a uno de estos dos extremos para formar el bloqueo de conjunto.
Bloqueo tercero Se ejecuta con los tres jugadores delanteros. El bloqueo triple se puede efectuar en cualquiera de las zonas delanteras.
Enseñanza del bloque o bloqueo En la enseñanza del bloqueo se debe explicar a los jugadores la posición de las manos, los brazos y las piernas en todas las circunstancias del bloqueo. El entrenador debe aclarar a sus jugadores el uso que tienen los brazos para auxiliarnos en el despegue, que es totalmente diferente al remate. Las manos deben ubicarse a la altura del pecho, y el cuerpo debe estar separado de la maya mínimo a 50 cm.
El despegue se debe hacer partiendo de la posición fundamental media. Se debe escribir un arco con el cuerpo, brazos hacia adelante pasando la malla y los pies hacia la parte frontal.
Para el bloqueo con desplazamientos largos, se debe utilizar la carrera con paso cruzado. Para desplazamientos más cortos, se debe utilizar la carrera con paso lateral.
Los brazos deben entrar al campo contrario. No se puede tocar la malla y las muñecas deben estar firmes.

APRENDIENDO A REMATAR

 Además del remate de tenis que acabamos de describir, puede contemplarse el remate de gancho. Pero dada su baja utilización actualmente (más bien puede hoy considerarse como un recurso técnico para aquellas acciones en que el balón le llega al rematador más atrasado de lo normal) no vamos a detenernos en él. Igual consideración merecen las fintas, cuya utilización debe ser esporádica como tal elemento sorpresivo.
    En cambio hay que tener ciertas matizaciones en cuanto a otras formas de realizar el remate de tenis, en función, sobre todo, del tipo de pase a que se adapta el jugador para rematar. En este sentido podemos hablar de los siguientes tipos:
  1. Remate de balón alto.
  2. Remate en CORTA.
  3. Remate en SEMICORTA.
  4. Remate en TENSA.
    En todos ellos la estructura de ejecución técnica es idéntica y se acomoda a la descripción que se acaba de realizar. Varía, de unos a otros, el momento de inicio de la carrera y sobre todo, el momento de la batida. Veamos:
  • Remate de balón alto
    • Es un pase con una trayectoria parabólica acentuada.
    • El inicio de la carrera coincide con el punto de máxima elevación del balón, ya que desde ese momento el jugador puede predecir la trayectoria descendente del balón y calcular el punto de encuentro con él.
    • La batida, por tanto, se realizará durante la trayectoria descendente de la parábola,
  • Remate en corta
    • Se trata de golpear al balón durante el recorrido ascendente de la trayectoria del pase.
    • La batida se produce inmediatamente antes que el balón sea golpeado por el colocador, de manera que coincida el momento del toque de dedos de aquel con el inicio de la elevación del rematador.


  • Remate en semicorta
    • Es un intermedio entre el remate de balón alto y el remate en corta.
    • El momento en que el balón sale de las manos del colocador debe coincidir con el último paso (paso largo) de la batida.
    • La batida se produce cuando el balón ha recorrido un metro, aproximadamente en su trayectoria ascendente.


  • Remate en tensa
    • Estos pases reciben su nombre de la trayectoria que recorre el balón (tensa o tendido). Normalmente suelen ser pases rápidos a larga distancia.
    • El último pase (pase largo) de la batida debe coincidir con el momento en que el balón inicia la salida de las manos del colocador.                                                              https://www.efdeportes.com/efd121/el-remate-en-voleibol.htm

BALON

La medida de la circunferencia del balón oficial de Voleibol debe ser de entre 65 y 67 centímetros  y ademas cumplir con estos requerimient...